Cuando hablamos de lo cotidiano, hablamos de lo que quizá no brilla pero que día a día hace una gran y definitiva diferencia en nuestra manera de vivir. Hace un tiempo alguien me dijo que cuando quieras conocer a un verdadero cristiano, revisa como vive en su casa, cual es el trato que da a sus hijos, como resuelve junto a los que conviven día a día las diferentes circunstancias que se presentan. ¿Somos realmente lo que decimos ser cuando vamos a la iglesia? Es en la intimidad de nuestros hogar donde mostramos lo que verdaderamente somos y pensamos, donde decimos y escuchamos lo que realmente por lo general jamás diríamos en una Iglesia en medio de un culto. Hoy día en la iglesia se habla de gente espiritual, gente madura en el Señor, se habla de la visión, se habla de liderazgo, de la gente que sirve y los que no, se habla triunfadores y pecadores.
Una de las cualidades que exhibe la religión es el '' Exclusivismo '', la tendencia es dejar afuera aquellos que no están dentro del propósito, la pregunta obligada a esta altura es: ¿El propósito de quien?.
Hoy se destaca de forma inusual pero muy regular a los triunfadores en las iglesias; se habla de alcanzar los objetivos, se vende y se predica el hecho de que allí Dios te ha traído para "Ser un triunfador", mientras que la realidad puede ser otra, y muchas veces somos solo triunfadores dominicales, triunfadores de cultos, triunfadores entre pasillos, triunfadores de altar, triunfadores de pactos, pero el lugar donde se define que tan triunfadores somos es en nuestra casa, en una en cena con nuestra familia, al buscar las notas de nuestros hijos al ir al colegio, en el buen manejo de las relaciones con nuestros vecinos, que nos conozcan no por evangélicos, sino como personas con principios, personas responsables, personas amables, personas que al igual que ellos podemos llegar a equivocarnos pero que al mismo tiempo sabemos reconocer nuestros errores con humildad y sabiduría, personas que en el trabajo no nos tachen de saturrones sino de hombres y mujeres de convicción y comprometidos a esforzarnos en hacer cada día sin temor a equivocarnos el mejor esfuerzo para lograr un buen resultado.
Mientras hoy muchas iglesias rinden culto al triunfo como una especie de mantra oriental, la verdad para muchos creyentes que se congregan es que en sus casas y el manejo de sus hogares están llenos de desaciertos, porque la iglesia no es para vivirla un buen soleado domingo, la iglesia no es sólo para colocar fotos de mucha gente con manos alzadas, la iglesia es la práctica esencial de los principios de Dios, vivir lo cotidiano de las palabras sencillas de Jesús y estar dispuestos cada día a dejarnos guiar forma práctica por la presencia de su Espíritu y sin enredos, la iglesia comienza en nuestras casas, los Domingos nos congregamos para compartir la fe y celebrar junto a los que la comparten el hecho de que fuimos rescatados por un mismo y único Dios, la iglesia no comienza y termina el domingo, la iglesia comienza en lo cotidiano, en la sencillez y la verdad que vivimos cada día en nuestras casas. No se trata de reuniones de triunfadores y pecadores se trata de entender la grandeza de la misericordia y gracia de Dios quien busca en nuestros corazones cosas más sencillas que grandes y rebuscadas frases de ganadores, ve solo tu Fe y tu corazón.
En la misma iglesia nos olvidamos a veces de aquellos que por diversas razones ha podido quedarse razagados por esto del afán de triunfo, entonces solo se le presta atención a los que sirven, a los que pactan, a los que está en un discipulado, a los que asisten a todas la actividades y nunca faltan así tengan problemas en sus casas, mientras que otros según algunas iglesias merece atención porque tiene el perfil de un triunfador, de un líder y de un cristiano maduro. Sin embargo la biblia nos muestra un rostro diferente, en el primer libro de Samuel se habla de una situación de triunfadores en contraste con otros que no alcanzaron el triunfo, 1 Samuel 30:21-22 "Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Y cuando David llegó a la gente, les saludó con paz. Entonces todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan."
¿Cuál fue la respuesta de los que si pudieron servir en batalla al encontrarse con algunos que no estaban vistos como los triunfadores? "¡no merecen participar del botín!", no merecen nuestra atención porque están fuera de la visión, envialos mejor a sus casas sin nada, sin bendición porque la bendición es para los triunfadores.
La respuesta de David fue muy diferente a lo que todos, los religiosos, los líderes lo que si pudieron estar y servir, la respuesta de David fue: 1 Samuel 30:24 NTV "Compartiremos por partes iguales tanto con los que vayan a la batalla como con los que cuiden las pertenencias". En pocas palabras ''El Botín es de todos''. Si en algo debemos estar claros que cuando estamos cerca del Rey, es decir, de nuestro Señor Jesús, estamos dentro su propósito y que sus bendiciones son para todos, sobre todo para que podamos llevarnósla a nuestras casas no con el pensamientos de si somos triunfadores o pecadores, perdedores o ganadores sino con la firme convicción de que somos como dice su palabra: "más que vencedores en Cristo Jesús." Es allí cuando comenzamos a hacer iglesia no desde una mega estructura, no desde un super congreso, no desde una cruzada internacional, sino desde nuestras casas y de nuestra simple vida cotidiana, allí es donde Jesús se hace más grande. Es allí donde disfrutamos el sabor del triunfo, el cual viene siempre con olor a perdón, con olor a misericordia, a tolerancia y humildad.
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