jueves, 3 de marzo de 2016

¡El Botín es de todos!


Cuando hablamos de lo cotidiano, hablamos de lo que quizá no brilla pero que día a día hace una gran y definitiva diferencia en nuestra manera de vivir.  Hace un tiempo  alguien me dijo que cuando quieras conocer a un verdadero cristiano, revisa como vive en su casa, cual es el trato que da a sus hijos, como resuelve junto a los que conviven día a día las diferentes circunstancias que se presentan. ¿Somos realmente lo que decimos ser cuando vamos a la iglesia? Es en la intimidad de nuestros hogar donde mostramos lo que verdaderamente somos y pensamos, donde decimos y escuchamos lo que realmente por lo general jamás diríamos en una Iglesia en medio de un culto. Hoy día en la iglesia se habla de gente espiritual, gente madura en el Señor, se habla de la visión, se habla de liderazgo, de la gente que sirve y los que no, se habla triunfadores y pecadores. 

Una de las cualidades que exhibe la religión es el '' Exclusivismo '', la tendencia es dejar afuera aquellos que no están dentro del propósito,  la pregunta obligada a esta altura es: ¿El propósito de quien?.
Hoy se destaca de forma inusual pero muy regular a los triunfadores en las iglesias; se habla de alcanzar los objetivos, se vende  y se predica  el hecho de que allí Dios te ha traído para "Ser un triunfador",  mientras  que la realidad puede ser otra, y muchas  veces somos solo triunfadores dominicales, triunfadores de cultos, triunfadores entre pasillos, triunfadores de altar, triunfadores de pactos, pero el lugar donde se define que tan triunfadores somos es  en nuestra casa,  en una en cena con nuestra familia, al buscar las notas de nuestros hijos al ir al colegio, en el buen manejo de las relaciones con nuestros vecinos, que nos conozcan no por evangélicos, sino como personas con principios, personas responsables, personas amables, personas que al igual que ellos podemos llegar a equivocarnos pero que al mismo tiempo sabemos reconocer nuestros errores con humildad y sabiduría, personas que en el trabajo no nos tachen de saturrones sino de  hombres y mujeres de convicción  y  comprometidos a esforzarnos en hacer cada día sin temor a equivocarnos el mejor esfuerzo para lograr un buen resultado.

Mientras hoy muchas iglesias rinden culto al triunfo como una especie de mantra oriental, la verdad para muchos creyentes que se congregan es  que en sus casas y el manejo de sus hogares están llenos de desaciertos, porque la iglesia no es para vivirla un buen soleado domingo, la iglesia no es sólo  para colocar fotos de mucha gente con manos alzadas, la iglesia es la práctica esencial de los principios de Dios, vivir lo cotidiano de las palabras sencillas de Jesús y estar dispuestos cada día a dejarnos guiar forma práctica por la  presencia de su  Espíritu  y sin enredos, la iglesia comienza en nuestras casas, los Domingos nos congregamos para compartir  la fe y celebrar junto a los que la comparten el hecho de que fuimos rescatados por un mismo y único Dios, la iglesia no comienza y termina el domingo, la iglesia comienza en lo cotidiano, en la sencillez y la verdad que vivimos cada día en nuestras casas. No se trata de reuniones de triunfadores y pecadores se trata de entender la grandeza de la misericordia y gracia de Dios quien busca en nuestros corazones cosas más sencillas que grandes y rebuscadas frases de ganadores, ve solo tu Fe y tu corazón. 


En la misma iglesia nos olvidamos a veces de aquellos que por diversas razones ha podido quedarse razagados por esto del afán de triunfo, entonces solo se le presta atención a los que sirven, a los que pactan, a los que está en un discipulado, a los que asisten a todas la actividades y nunca faltan así tengan problemas en sus casas, mientras que otros según algunas iglesias merece atención porque tiene el perfil de un triunfador, de un líder y de un cristiano maduro. Sin embargo la biblia nos muestra un rostro diferente, en el primer libro de Samuel se habla de  una situación de triunfadores en contraste con otros que no alcanzaron el triunfo, 1 Samuel 30:21-22 "Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Y cuando David llegó a la gente, les saludó con paz. Entonces todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan."


¿Cuál fue la respuesta de los que si pudieron servir en batalla al encontrarse con algunos que no estaban vistos como los triunfadores? "¡no merecen participar del botín!", no merecen nuestra atención porque están fuera de la visión, envialos mejor a sus casas sin nada, sin bendición porque la bendición es para los triunfadores.

La respuesta de David fue muy diferente a lo que todos, los religiosos, los líderes lo que si pudieron estar y servir, la  respuesta de David fue: 1 Samuel 30:24 NTV "Compartiremos por partes iguales tanto con los que vayan a la batalla como con los que cuiden las pertenencias". En pocas palabras ''El Botín es de todos''. Si en algo debemos estar claros que cuando estamos cerca del Rey, es decir, de nuestro Señor Jesús, estamos dentro su propósito y que sus bendiciones son para todos, sobre todo para que podamos llevarnósla a nuestras casas no con el pensamientos de si somos triunfadores o pecadores, perdedores o ganadores sino con la firme convicción de que somos como dice su palabra: "más que vencedores en Cristo Jesús." Es allí cuando comenzamos a hacer iglesia no desde una mega estructura,  no desde un super congreso, no desde una cruzada internacional, sino desde nuestras casas y de nuestra simple vida cotidiana, allí es donde Jesús se hace más grande. Es allí donde disfrutamos el sabor del triunfo, el cual viene siempre con olor a perdón,  con olor a  misericordia, a tolerancia y humildad.

Fe en 4 tiempos. Javier Naranjo

Yo Creo
Creo en el sol
Aún cuando no brille.
Creo en el amor
Incluso cuando no lo siento.
Creo en Dios
Aunque esté en silencio.
Escritura encontrada en las paredes de un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial

I. Poco después de inaugurar el Seminario Bíblico de Dallas, fundado en 1924, casi fracasa. Llegó al punto de la bancarrota. Todos los acreedores estaban listos para ejecutar las medidas a las doce del mediodía de cierto día. Aquella mañana los fundadores junto con el personal administrativo y estudiantil decidieron reunirse en la oficina del presidente para orar de manera intensa y pedirle a Dios un milagro. Cuando le llegó el turno de orar al presidente, éste se limitó a decir simplemente: “Señor, sabemos que eres el dueño del oro y de la plata, que el ganado de todas estas tierras te pertenece, eres el dueño de la tierra, por favor, vende algún ganado, envía el dinero y ayúdanos en este tiempo difícil”.
Aproximadamente a una hora de esta reunión, un texano con ropa de hacendado entró a las oficinas del seminario.
-¡Hola!- le dijo a la secretaria. –Acabo de vender dos camiones de ganado allá en Fort Worth. Yo he estado tratando de cerrar cierto negocio y no he podido, le he preguntado a Dios que hago con este dinero y ¡siento que Él me ha respondido que lo done al seminario!- La chica tomó el cheque y se dirigió corriendo al salón de oración, tocó la puerta donde el grupo estaba reunido aún. EL presidente tomó el cheque en su mano y escuchó la breve historia, comprobó que era exactamente la suma de la deuda que tenían, volteó hacia ellos sonriendo y con lágrimas en los ojos, dijo a su personal y estudiantes: -¡Señoras y señores, Dios ha respondido, vendió su ganado!- (Vendiendo Ganado. Howard Hendricks )

II. Mientras la sequía se prolongaba por lo que parecía una eternidad, una pequeña comunidad de granjeros se enfrentaba al dilema de que hacer. La lluvia era importante, no sólo a fin de lograr cosechas, sino para mantener el modo de vida de los habitantes del pueblo. En tanto el problema se hacía más urgente, la iglesia sintió que era el momento de participar en el esfuerzo y planearon una reunión de oración para pedir la lluvia a Dios.
En lo que parecía ser una parodia de un ritual de los indígenas, la gente empezó a llegar poco a poco. Pronto llegó el pastor y observaba desfilar a su congregación. Iba de grupo en grupo mientras se hacía paso al frente para dar inicio oficialmente a la reunión. Todo al que él se encontraba estaba hablando a través de los pasillos, disfrutando de la oportunidad de conversar con los amigos. Cuando el pastor al fin ocupó su lugar al frente de su rebaño, pensaba en la importancia de acallar a la multitud y comenzar el servicio.
Justo cuando empezaba a pedir silencio noto una niña de 11 años sentada en la primera fila, angelicalmente rebosante de entusiasmo y en el asiento junto a ella estaba su sombrilla de un rojo brillante, lista para usarla. La belleza e inocencia de este cuadro hizo que el pastor sonriera para sí, al comprender la fe de esta jovencita, de la cual al parecer carecía el resto de las personas presentes. Por que el resto había venido a orar pidiendo lluvia… ella había venido a ver la respuesta de Dios. (La sombrilla roja. Alice Gray)

 
III. Había un trapecista muy habilidoso, cuyo espectáculo se desarrollaba en lo alto de las cataratas del Niágara. El hombre colgaba un cable de un extremo al otro y se balanceaba caminando de polo a polo. Un día frente a la multitud que ya se agolpaba para ver el espectáculo decidió añadirle algunos grados de dificultad al show. Se dirigió a la multitud: -Ustedes me han visto caminar de un lado al otro descalzo, en bicicleta, con los ojos cerrados. Y han visto que siempre completo mi desafío. ¿Quieren ser testigos de algo más extremo?- La multitud llena de entusiasmo y alegría le respondió con un sonoro -¡Si queremos, hazlo!-
Acto seguido nuestro trapecista toma una carretilla y la llena de bloques de concreto, haciéndola muy pesada. Se dirige al público y pregunta: -¿creen que podré pasar al otro lado con esta carretilla que ahora pesa el doble de mi peso corporal?- La multitud aclamó: -¡Si lo harás!, ¡estamos seguros!, ¡hazlo!- Efectivamente, el trapecista con suma facilidad logra pasar rápida y equilibradamente al otro extremo de la cuerda. Los aplausos, gritos, vítores y ruido de las personas presentes era aún más ensordecedor que el sonido de las propias cataratas. Había sido un éxito.
Acto seguido, con la carretilla ya vacía, les pregunta: ¿Creen que podría hacerlo con una persona dentro de la carretilla?- Todo el mundo respondió al unísono: -¡Por supuesto que puedes!- A lo que el hombre dice: -¿Quién se atreve a subir? ¿Quién será el valiente?-
Como era de esperarse hubo un silencio sepulcral, nadie se atrevió a ofrecerse, nadie quiso aceptar el desafío. De repente, de la nada, se levantó una mano, y tímidamente se escuchó un -¡Yo lo haré!- Un chico de unos 12 años, delgado, pero valiente había aceptado el desafío de subirse a la carretilla con este intrépido trapecista. Acto seguido, subió y nuestro
 
héroe se dispuso a cruzar la cuerda una vez más. La gente contuvo el aliento por segundos que parecieron una eternidad, ¡hasta que el hombre y el joven cruzaron sanos y salvos hasta el otro lado!
La multitud aclamaba de una manera como nunca antes, fue todo un día increíble para el trapecista, el joven y el público. Al descender el chico, le preguntaron de dónde había sacado el valor, la confianza, el atrevimiento para hacerlo. El respondió simplemente: -El trapecista es mi papá-. (El trapecista sobre el Niágara. Anónimo)


IV. Nació en una oscura aldea, hijo de una campesina. Creció en otra aldea, donde trabajó como carpintero hasta que tuvo treinta años. Entonces, durante tres años fue un predicador itinerante.
Jamás escribió un libro.
Nunca ocupó un cargo.
Jamás tuvo una familia ni poseyó una casa.
No fue a la universidad.
Nunca se alejó 200 millas del lugar donde nació.
No hizo ninguna de las cosas que uno asocia con grandeza.
No tenía más credenciales que a sí mismo.
Sólo tenía 33 años cuando la opinión pública se viró en contra suya. Sus amigos lo abandonaron. Fue entregado a sus enemigos y le hicieron una parodia de juicio. Lo clavaron en una cruz en medio de dos ladrones.
Cuando estaba agonizando, sus verdugos echaron suertes por sus ropas, la única propiedad que tenía en la tierra. Cuando murió, lo enterraron en una tumba prestada por la misericordia de un amigo.
Veinte siglos después todavía es la figura central de la raza humana, el líder del progreso de la humanidad.
Todos los ejércitos que alguna vez marcharon, todos los navíos que alguna vez navegaron, todos los parlamentos que alguna vez se reunieron, todos los reyes que alguna vez reinaron, todos juntos, no han afectado la vida del hombre en la tierra tanto como esta única Vida Solitaria. (Una Vida Solitaria. autor desconocido.)

“Es pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Hebreos 11:1